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Pinacoteca meteorológica

Un caballero muy valiente


Un caballero muy valiente


John Charles Dollman
Año 1913
Colección privada

Este cuadro retrata con gran efectismo uno de los momentos más dramáticos de la épica aventura polar que el Capitán Scott –Robert Falcon Scott (1868-1912)– y sus hombres –Evans, Wilson, Bowers y Oates– vivieron durante su intento frustrado de ser las primeras personas en alcanzar el Polo Sur. Tras mucho sufrimiento, llegaron allí el 16 de enero de 1912, un mes y dos días después de que Roald Admunsen (1872-1928) hubiera plantado la bandera noruega. Abatidos y con las fuerzas muy justas, afrontaron entonces el camino de vuelta, una penosa travesía polar bajo un tiempo inclemente, con furiosas ventiscas, como la que muestra esta pintura, y temperaturas bajísimas, que terminaron por doblegarlos. En aquel desierto blanco encontraron su tumba de hielo. Gracias a las anotaciones que Scott fue haciendo en su diario, conocemos con detalle los avatares de aquella expedición inglesa al punto más austral del planeta, lo que rápidamente convirtió en héroes de leyenda a sus protagonistas. El pintor e ilustrador británico John Charles Dollman (1851-1934) pintó este cuadro al año siguiente de la muerte de Scott y sus hombres en la Antártida. El personaje que se enfrenta en solitario a la ventisca es Lawrence Edward Grace Oates (1880-1912), quien tomó la decisión de abandonar la tienda de campaña en la que se refugiaba de la fuerte ventisca junto al resto de expedicionarios, en un intento desesperado por salvar sus vidas, ya que su lamentable estado físico llevaba días entorpeciendo la marcha del grupo. Al final este acto heroico llegó tarde, pues ninguno consiguió sobrevivir. Refiriéndose a Oates, nos dice Scott en su diario: “Este fue el final. Durmió toda la noche antes de la última, con la esperanza de no despertar, pero se despertó por la mañana –de ayer. Soplaba la ventisca. Dijo 'Voy a salir fuera y puede que pase algún tiempo'. Salió en mitad de la ventisca y no le hemos vuelto a ver desde entonces”. Ocurrió el 17 de marzo de 1912, justo el día en que Oates cumplió 32 años. Doce días después –el 29 de marzo de 1912– morían por hipotermia Scott, Wilson y Bowers. El contramaestre Edgar Evans ya lo había hecho antes, el 17 de febrero, víctima de múltiples congelaciones y el escorbuto.

© José Miguel Viñas

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