Jacob van Ruysdael
Fecha desconocida
Colección privada
Los paisajes en los cuadros siempre reflejan, en mayor o menor medida, las vivencias de los artistas. Es razonable pensar que si un pintor repite con insistencia un motivo meteorológico en sus obras (un tipo de nube, un color de cielo, la nieve...), o bien vivió un tipo de tiempo de forma habitual, o se trata de algún fenómeno o episodio ocasional que le impresionó de tal manera que lo plasmó reiteradamente en sus trabajos. Ambas circunstancias se conjugan en este paisaje invernal de Jacob van Ruysdael (h. 1628-1682). Lo primero que llama la atención es la crudeza con la que se manifiesta el invierno en este paisaje holandés. No es habitual ver los Países Bajos cubiertos de nieve, ni los canales holandeses congelados. Hoy en día, dichas circunstancias no se dan todos los años, de ahí que cuando ocurren nos cause sorpresa, tal y como ocurrió justamente al escribir estas líneas, en febrero de 2012, en que la nieve y las fuertes heladas se extendieron por Europa (Holanda incluida). Jacob van Ruysdael pintó una estimable cantidad de paisajes nevados, lo que sugiere que en su época los inviernos por Holanda fueron más rigurosos que los actuales. Sabemos que fue así, ya que su vida discurrió durante uno de los períodos más fríos de la “Pequeña Edad de Hielo”. Aparte de la nieve y el hielo, en el lienzo hay otro detalle merecedor de un comentario. Se trata de la columna de luz que el sol proyecta hacia arriba. Este fenómeno óptico ocurre a veces en la atmósfera y recibe el nombre de pilar solar. En ocasiones, poco antes de la puesta de sol o después de la salida (en ambos casos con el disco solar a poca altura sobre el horizonte) se proyecta hacia arriba una columna luminosa, que puede llegar a alcanzar una altura considerable. Ese pilar es en realidad un haz de luz reflejada por cristalitos de hielo presentes en el aire. Tal circunstancia es habitual en las regiones polares y también en latitudes medias cuando el ambiente es gélido, como sería el caso. A buen seguro que Ruysdael observó el fenómeno durante aquellos crudos inviernos holandeses del siglo XVII.
© José Miguel Viñas
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