Emil Nolde
Año 1913
© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza
Este expresivo cuadro de gruesas pinceladas nos traslada a los Mares del Sur. Su autor, el pintor alemán Emil Nolde (1867-1956), quedó prendado de las nubes y del agitado mar que observó durante el viaje que, en 1913, realizó por las antiguas posesiones alemanas del Pacífico. Tal y como manifestó el propio artista: “Muy a menudo, y mientras estaba sumido en mis pensamientos, ante mi ventana contemplaba largamente el mar. Allí no había nada excepto agua y cielo.” A diferencia de otros pintores, empeñados en retratar de forma realista las formas nubosas y la superficie marina, en los cuadros de Emil Nolde priman las sensaciones que causaron en él los diferentes elementos de la Naturaleza. En el Expresionismo –del que Nolde fue un destacado representante–, la realidad se deforma, ya que la prioridad de los artistas pertenecientes a este movimiento artístico es la plasmación de sus sentimientos en sus obras. El fuerte caldeamiento del aire que tiene lugar junto al suelo en el ámbito tropical, favorece la formación de cúmulos, de aspecto algodonoso y gran blancura en su parte superior. Las “nubes de verano” del lienzo representan a esas nubes, pero están integradas en una escena imposible, ya que aparecen sobre el agitado mar –donde apenas hay convección–, en lugar de sobre tierra firme. Si alguna vez navega por la Polinesia, comprobará cómo esos cúmulos aparecen únicamente sobre los islotes y atolones, al ser únicamente ahí donde se producen los fuertes ascensos de aire. Este detalle permite deducir que Emil Nolde no retrató esas nubes observándolas directamente desde su ventana, sino que las introdujo en el cuadro fruto de las repetidas observaciones de ellas que tuvo durante aquel viaje.
© José Miguel Viñas
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