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Pinacoteca meteorológica

Niebla en el valle del Elba


Niebla en el valle del Elba

Caspar David Friedrich
Hacia 1821
© Alte Nationalgalerie, Berlín



 En los algo más de trescientos cuadros que pintó Caspar David Friedrich (1774-1840), el principal exponente de la pintura romántica alemana plasmó en un número significativo de ellos la niebla. Este meteoro no es un motivo atmosférico que abunde en los cuadros, pero Friedrich lo pintó en varias de sus obras, dada la atracción que despertaba en él, y lo frecuentes que son las nieblas en las frías y húmedas regiones alemanas por donde deambuló el artista, cautivado por sus paisajes. En palabras suyas, “cuando el paisaje se envuelve en niebla parece más grande y noble, espolea la imaginación y relaja la expectación como una muchacha cubierta por un velo. La vista y la fantasía en general se sienten más atraídas por la lejanía vaporosa que por lo que se tiene delante con toda claridad.” Esta declaración deja clara la atracción que sentía este paisajista por los estratos –nubes bajas– agarrados al terreno. En su permanente búsqueda de la belleza y la perfección en el medio natural, Friedrich pintó esta “Niebla en el valle del Elba” y otros notables cuadros en los que la niebla es el motivo principal, tales como “Los momentos del día: la mañana” o “Barco sobre el Elba en la niebla matinal”, por citar un par de ejemplos. En el lienzo que nos ocupa, observamos el aspecto de una niebla de evaporación, cuyo principal mecanismo de formación es el aporte de vapor de agua procedente del río. Las bajas temperaturas nocturnas hacen el resto, formándose –por condensación– la típica niebla pegada a un curso fluvial. A pesar de estar el sol tapado por las nubes, los rayos que emergen de ellas hacia abajo, abiertos en abanico, permiten deducir la posición que ocupa el astro rey, en la parte superior del cuadro. Cuando el sol mañanero alcanza cierta altura sobre el horizonte, la superficie terrestre empieza a calentarse y las nieblas comienzan a disiparse. Dicha circunstancia queda fielmente reflejada en el cuadro, gracias a los jirones de niebla con los que Friedrich remata la parte superior del estrato nuboso, y que están indicando que el desvanecimiento de la niebla está próximo. Esta escena meteorológica junto a los distintos elementos del paisaje tienen también una lectura simbólica (lo divino y celestial frente a lo terrenal), común en toda la producción de este excelente pintor romántico.
 
© José Miguel Viñas
 
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