Si confeccionáramos una lista con los pintores de la historia que mejor han retratado las nubes, el paisajista francés Eùgene Boudin (1824-1898) ocuparía un lugar muy destacado. Muchas de sus pinturas sobresalen por los cielos y por las formaciones nubosas contenidas en ellos. Este cuadro es un buen ejemplo, aunque dentro de su gran producción artística –4.482 pinturas al óleo catalogadas– hay mucho y bueno donde elegir. Boudin fue un pionero de la pintura al aire libre en Francia y precursor del movimiento impresionista. En palabras suyas:
“Todo lo que esté pintado directamente y sobre el terreno, tendrá una fuerza, una potencia, una vivacidad que no se encuentran en el taller”. Hizo gala de ello en sus bellas marinas, en muchas de las cuáles (como ocurre con esta playa normanda) el cielo roba protagonismo al mar, ocupando dos tercios de las dimensiones verticales del lienzo, al más puro estilo de los paisajistas holandeses del siglo XVII. Otro de los puntos fuertes de Boudin fue su dominio del tratamiento de la luz en los cuadros, ejecutando magistralmente las sombras de las nubes y los reflejos en el agua. Con sus características pinceladas muy sueltas, fruto de la rapidez con la que ejecutaba las obras, captó la esencia de las formas nubosas, de la cambiante superficie del mar y de los constantes juegos de luces y sombras que nos regala la Naturaleza. A Boudin llegaron a acusarle de no rematar los cuadros; él se defendía diciendo que el acabado perfecto de un cuadro terminaba con la espontaneidad, aparte de que, para él, era el conjunto de la obra y no el nivel de detalle de cada elemento, lo que transmitía las impresiones y sensaciones al espectador. Las nubes que pinta Boudin en “La playa de Tourgéville-les Sablons” son cúmulos de cierto desarrollo, que identificamos con
cumulus mediocris, según establece el Atlas Internacional de Nubes de la OMM. Los cúmulos más pequeños (de la especie
humilis) son las típicas nubes de algodón, blancas en su totalidad. Los pintados en este cuadro ocupan una fracción mayor de cielo y presentan tonalidades grises, debido a que, al ser mayores, contienen más gotas y gotitas de agua en su interior, que apantallan más eficazmente la luz del sol que atraviesa las nubes de arriba abajo, oscureciéndose su parte inferior.
© José Miguel Viñas
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