Alexander Cozens
Hacia 1770-1775
© Tate Gallery, Londres
Este paisaje atmosférico forma parte de una interesante serie de estudios y grabados de nubes llevada a cabo por el artista inglés –de origen ruso– Alexander Cozens (1717-1786). Afincado en Londres, este pintor fue un teórico de la pintura. Un año antes de fallecer, publicó un tratado titulado “New Method of Assisting the Invention in Drawing Original Compositions of Landscape” (“Nuevo método para estimular la invención en el dibujo de composiciones originales de paisaje”), en el que proponía la idea de inventar la naturaleza en lugar de copiarla, como método para expresar en las obras las emociones que los paisajes naturales causaban en el artista. Siguiendo esa premisa, Cozens llevó a cabo la citada serie de grabados y también algunos estudios preliminares como “La nube”, que elaboró partiendo de unas manchas de tinta sobre el lienzo, a partir de las cuáles recreaba un paisaje de naturaleza fantástica. El método de trabajo de Cozens para elaborar los diferentes paisajes era muy complejo, ya que partía de una selección de 16 “composiciones”, 14 “objetos” y 27 “circunstancias”, de manera que la combinación de los distintos elementos pudiera conseguir despertar emociones específicas en el espectador. Según algunos estudiosos de la obra este artista, “La nube” se corresponde con la circunstancia “sol poniente”, que Cozens tenía catalogada con el nº 7. En esta aguatinta observamos detalles que nos resultan muy familiares al contemplar, a veces, las puestas de sol, como las formas redondeadas de los cúmulos que emergen por encima de la silueta negra del terreno. Aparecen con un ribete blanco solo los contornos de su parte derecha, ya que es por ahí por donde esas nubes están siendo iluminadas por el sol, oculto bajo el horizonte. Las nubecitas alargadas y oscurecidas son delicados cirros, observándose también algunas otras nubes a contraluz. En el caso de los cirros, Cozens da rienda suelta a su imaginación, ya que no aparecen representados de forma realista. Al ser nubes altas, debería prevalecer en ellas el color blanco, adquiriendo un aspecto similar a los contornos iluminados de los cúmulos.
© José Miguel Viñas
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