Iván Shishkin
Año 1890
© Museo Estatal Ruso, San Petersburgo
Parece una fotografía de un bosque nevado, pero se trata de un cuadro. Hay que acercarse al lienzo para certificarlo. Ese es el ritual que, a buen seguro, sigue la mayoría de personas que han tenido la oportunidad de verlo. El realismo con el que el paisajista ruso Iván Shishkin pintó este “Invierno” es asombroso, difícilmente superable. Quien suscribe estas líneas tuvo la suerte de contemplarlo y disfrutar de él durante una visita al Museo Ruso de Málaga, en la primavera de 2016. La obra formaba parte de una exposición titulada “Las cuatro estaciones”, que reunía un buen número de paisajes con nieve, todos ellos de pintores rusos. En el catálogo de la citada exposición puede leerse el siguiente comentario referido a esta obra:
“El cuadro está lleno de resonancias épicas. El artista utiliza la fuerza expresiva de los ritmos lineales y de las siluetas para plasmar un conjunto arquitectónico y crear una imagen genérica, monumental.” Lo cierto es que, gracias a su depurada técnica pictórica, Shishkin consigue transportarnos hasta el corazón de ese bosque de coníferas ruso, cubierto de nieve virgen. La calidad del cuadro es tal que logra transmitirnos el silencio y la quietud que reina en un bosque nevado. La uniformidad del blanco meteoro dificulta el trabajo de los paisajistas, ya que anula un sinfín de matices, contrastes y detalles que habitualmente –sin nieve– el medio natural pone a su disposición; no obstante, Iván Shishkin supera la prueba con la máxima puntuación. Estamos ante uno de los cuadros en los que mejor se ha retratado la nieve. La especialidad de Shishkin fueron los bosques, que a menudo pintó nevados; algo bastante común en Rusia, donde los paisajes invernales forman parte del imaginario popular.
© José Miguel Viñas
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