La placidez con la que comienza a llover –salvo que descargue un aguacero– produce en nosotros una sensación muy placentera, de comunión con la naturaleza. Eso mismo debió experimentar el pintor francés Gustave Caillebotte (1848-1894) en alguno de sus paseos por los alrededores de la residencia que su familia tenía en Yerres, en las cercanías de París, y lo consiguió transmitir a la perfección en este cuadro de bella factura. Con la caída de las primeras gotas, el aire se impregna del embriagador olor a tierra mojada, conocido como
petricor (literalmente “esencia de roca”). Tan característica fragancia tiene su origen en los aceites aromáticos que, procedentes de algunas plantas, quedan impregnados sobre los terrenos rocosos y polvorientos, y cuyo olor es liberado al aire al entrar en contacto con el agua de la lluvia. Lo siguiente que percibimos justo al comenzar a llover es el aumento creciente del número de gotas que caen. Al principio son pocas y silenciosas, pero pronto generan un murmullo, cada vez más perceptible a medida que aumenta la intensidad de la lluvia. Ese sonido lo producen, fundamentalmente, los impactos de las gotas con las hojas de los árboles, la cubierta vegetal a ras de suelo, el propio suelo desnudo y las superficies de agua. En esta pintura –conocida también como “Lluvia sobre el Yerres”–, Caillebotte fija su atención en los círculos concéntricos (ondas esféricas) que generan los impactos de las gotas sobre la superficie del río Yerres, cuyas orillas transitaba a menudo. De hecho, el camino de tierra que aparece en la parte inferior del lienzo formaba parte de la propiedad que los Caillebotte tenían en esa pequeña ciudad francesa. Desde el punto de vista artístico, lo más llamativo del cuadro es su original perspectiva descentrada. Las 2 orillas no son paralelas, sino que convergen en un punto de fuga situado fuera de la escena, en el lado izquierdo. La técnica pictórica es impresionista, aplicada con suavidad, de manera parecida a como lo hacía Renoir. El artista logra así transmitir el momento plácido y de disfrute que está aconteciendo en ese bello paraje natural.
© José Miguel Viñas
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