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De meteorología y huracanes: BENITO VIÑES, un científico español en Cuba


De meteorología y huracanes: BENITO VIÑES, un científico español en Cuba

Reseña publicada originalmente en Tiempo y Clima, Vol. 5, nº 89 (JUL-2025); pp. 53-54


Luis Enrique Ramos Guadalupe
Instituto Juan Andrés de Comparatística y Globalización
Año 2023
308 páginas
ISBN: 978-84-123714-7-5

La historia de España que se enseña en las distintas etapas educativas, omite casi por completo referencias a hitos científicos y a las aportaciones de hombres y mujeres de ciencia cuyo trabajo ha contribuido al progreso de la sociedad. Es una deuda pendiente, que en otros países no es tan acusada como en el nuestro. Si nos ceñimos al campo de la meteorología, personajes de la talla de Augusto Arcimis (1844-1910) o Francisco Morán (1901-1984) –por citar solo dos de los más importantes– son desconocidos por la mayor parte de la población española. Por derecho propio, podríamos incorporar a ese podio de la máxima excelencia al jesuita Benito Viñes (1837-1893), natural de Poboleda (Tarragona), que a los 32 años de edad llegó a Cuba, donde permaneció hasta su fallecimiento, y donde sí que obtuvo el reconocimiento social que merecen sus grandes contribuciones al conocimiento de los ciclones tropicales y la labor que desarrolló al frente del Real Observatorio del Colegio de Belén, en La Habana.

El recordado meteorólogo Alberto Linés Escardó (1924-2004), uno de los fundadores y principales impulsores de la AME, dedicó un completo artículo a la figura del padre Viñes en la revista Treballs de la Societat Catalana de Geografía (nº 39, Vol. X, año 1995; pp. 153-166), que fue republicado íntegramente en el nº 56 de Tiempo y Clima (abril de 2017), y que comienza con las siguientes palabras: «La importantísima figura científica de Benet (sic) Viñes es preciso admitir que por mucho tiempo ha sido poco conocida por no decir casi ignorada. No podría afirmarse lo mismo en Cuba, donde ya forma parte de su historia.»

Uno de los principales estudiosos de la figura y de los trabajos de Benito Viñes es el historiador de la ciencia cubano y miembro fundador de la Sociedad Meteorológica de Cuba Luis Enrique Ramos Guadalupe, a quien le debemos esta completa biografía sobre el personaje que vamos a reseñar, por la que recibió el XIII Premio Juan Andrés de ensayo e investigación en ciencias humanas, en 2022. La obtención de este reconocimiento culminó con la publicación del libro, a cargo del Instituto Juan Andrés. El profesor Ramos Guadalupe lleva bastantes años investigando todo el legado de Benito Viñes y la gran labor científica que efectuó en Cuba durante los 23 años que vivió allí, en los que convirtió al Observatorio del Colegio de Belén en uno de los más importantes del mundo en materia meteorológica y geomagnética. Mención aparte merecen los estudios sistemáticos de Viñes sobre los huracanes de la región caribeña. Vivir tan de cerca algunos de ellos, de consecuencias devastadores, fue lo que le llevó no solo a estudiarlos a fondo y comprender su comportamiento, sino a predecir sus trayectorias, las áreas afectadas, y también a avisar a la población, para lo cual se sirvió de la prensa de la época.

De meteorología y huracanes: BENITO VIÑES, un científico español en Cuba está dividido en 6 partes, subdivididas a su vez en capítulos. Incluye al principio un prefacio escrito por el humanista y pensador Pedro Aullón de Haro, en el que incide en lo que apuntábamos al principio: la ausencia de Viñes en el panorama histórico español, cuya figura ha sido rescatada gracias en gran medida a las investigaciones que se han llevado a cabo sobre la Escuela Universalista Española, de la que Benito Viñes fue uno de sus últimos exponentes. Como corresponde a una biografía, el libro recorre cronológicamente la vida y la obra del personaje en cuestión. La primera parte abarca el periodo 1837-1869 y aborda la infancia y juventud de Benito Viñes, y sus inicios en la Compañía de Jesús, en los distintos destinos donde recaló (Mallorca, Guipúzcoa, Salamanca, Laval [en Francia]) antes de partir hacia Cuba, en 1870, donde pasaría el resto de su vida. Cabe destacar de esta primera parte el exhaustivo trabajo de documentación llevado a cabo por el autor, ya que no existe mucha información sobre la vida de Viñes en España y Francia y la que hay está diseminada en muchas fuentes. El resultado es un detallado relato sobre las circunstancias vitales del personaje, que ayuda a comprender todo lo que aconteció después, en la etapa cubana, en la que Benito Viñes empezó a brillar con luz propia desde su llegada a la isla.

En la parte II se detalla cómo transcurrieron los primeros años en Cuba (1870-1875). Nada más llegar tomó posesión de la dirección del citado Observatorio del Colegio de Belén, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento, en julio de 1893, a los 55 años de edad, víctima de un delicado estado de salud que le acompañó de por vida. El mismo año que llegó Cuba, la isla se vio afectada por un devastador huracán que impactó de lleno en la ciudad de Matanzas, 100 km al este de La Habana. Aquel episodio meteorológico fue determinante para que el padre Viñes decidiera volcarse en el estudio de los huracanes, sobre los que pronto hizo importantes contribuciones. Su labor científica empezó rápido a ser reconocida en Cuba, donde tan solo tres años después de llegar allí fue admitido como Miembro de Mérito de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Otro de los hitos que se detallan en este capítulo es la emisión del primer aviso de huracán a la población, en La Voz de Cuba, el 12 de septiembre de 1875. Con esta acción pionera –tal y como señala Luis Enrique Ramos Guadalupe en varios pasajes del libro– se fusionaban de manera perfecta las vertientes científica y humanística de Benito Viñes.

A pesar de su salud quebradiza, se volcó en el trabajo hasta la extenuación, poniendo al día los libros de observaciones del Observatorio y también llevando a cabo algunas expediciones meteorológicas por la isla, lo que hoy en día conocemos como meteorología forense y que permite reconstruir un episodio meteorológico (el paso de un huracán en este caso) al recorrer la zona afectada, ver los impactos que ha causado y hablar con la población local. A estas investigaciones de campo está dedicada la parte III (1876-1877), para, a continuación, relatar –en la parte IV– las grandes aportaciones científicas del Padre Viñes, centradas en el periodo 1878-1882. La adquisición, instalación y puesta en funcionamiento del meteorógrafo del padre Secchi, permitió a Viñes la medida simultánea y continua de un gran número de variables meteorológicas, automatizando el exigente y esclavo proceso de la toma de datos manuales tanto diurnos como nocturnos. En un viaje que hizo a Europa, también adquirió instrumentos meteorológicos, geofísicos y astronómicos de gran precisión. Además, fruto de una observación sistemática y de su interés por crear una red de observación conectada por telégrafo en las Antillas, fue perfeccionando su método predictivo, adquiriendo la condición de sabio entre los cubanos. Sus famosas leyes de circulación y traslación de los ciclones tropicales, basadas en el método empírico y el conocimiento científico de la época, así como sus casi siempre acertados pronósticos, confeccionados con el principal objetivo de avisar del peligro a la población, le dieron un reconocimiento internacional en los círculos meteorológicos.

Una de las principales aportaciones que ofrece esta biografía frente a otros libros y artículos dedicados a Viñes, publicados con anterioridad, es que se da a conocer (en la parte V), la bibliografía con la obra completa de Benito Viñes, publicada entre 1870 y 1893, no conformándose el autor con un simple listado, sino añadiendo a cada referencia detallados comentarios. Las dos obras más relevantes de Benito Viñes: Apuntes relativos a los huracanes de las Antillas en setiembre y octubre de 1875 y 76 [texto del discurso que leyó en la Real Academia de Ciencias] (1876) e Investigaciones relativas a la circulación y traslación ciclónica en los huracanes de las Antillas (1895), vienen acompañadas de abundante información, lo que permite entender la dimensión que tuvo la obra del “Padre Huracán”. En la parte VI y última del libro se contextualiza al personaje en Cuba en su época, con un relato pormenorizado de los últimos diez años de su vida (1883-1893), hasta que el corazón de este sacerdote, jesuita y meteorólogo universal dejó de latir el 23 de julio de 1893. A lo largo del libro se insertan fotografías, grabados y documentos de gran valor histórico, que nos acercan todavía más a la figura de Benito Viñes y a su valioso legado científico.




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