Armando Alberola Romá
Mélangues de
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Los años en los que Floridablanca concentró el máximo poder (1777-1792) no fueron tiempos fáciles ni en lo meteorológico ni en lo agrícola. Precisamente, las cuatro últimas décadas del siglo XVIII, pero en particular los veranos de los años comprendidos entre 1780 y 1795, ofrecieron una notoria perturbación climática —conocida como anomalía u oscilación Maldá— sin parangón en los siglos anteriores ni posteriores, consistente en el incremento de la frecuencia y simultaneidad de los episodios de sequía e inundación generada por precipitaciones de alta intensidad horaria. Estos acontecimientos climáticos de signo extremo provocaron grandes pérdidas en la agricultura y cuantiosos daños en las infraestructuras del país.