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El color del mar

¿De qué color es el mar? El azul es el primer color que nos viene a la cabeza, si bien, a diferencia de lo que ocurre con el cielo raso, que presenta un azul claro bastante uniforme, el agua del mar despliega ante nuestros ojos una variedad de azules extraordinaria, que va desde el azul oscuro –el clásico azul marino– hasta el turquesa de las playas paradisíacas de arena blanca y cocoteros. No obstante, a veces, también el mar se tiñe de tonos verdosos e incluso de color pardo o amarillento. ...

¿De qué color es el mar? El azul es el primer color que nos viene a la cabeza, si bien, a diferencia de lo que ocurre con el cielo raso, que presenta un azul claro bastante uniforme, el agua del mar despliega ante nuestros ojos una variedad de azules extraordinaria, que va desde el azul oscuro –el clásico azul marino– hasta el turquesa de las playas paradisíacas de arena blanca y cocoteros. No obstante, a veces, también el mar se tiñe de tonos verdosos e incluso de color pardo o amarillento.

Semejante policromía es el resultado de la acción combinada de varios factores. Las características del propio agua –sus propiedades físico-químicas– resultan determinantes, ya que influyen decisivamente en la propagación de la luz a través del medio acuoso, variando en cada caso la cantidad de radiación absorbida en las diferentes longitudes de onda del espectro visible. Tampoco podemos olvidarnos ni de la altura del sol ni de la fracción de bóveda celeste cubierta de nubes, ya que ambos factores modulan la cantidad total de radiación luminosa que incide sobre la superficie marina y el grado de dispersión de la misma en el aire.

Históricamente, la cuestión del color del mar estuvo sujeta a todo tipo de teorías, muchas de las cuáles eran puras especulaciones. La gran variedad de tonalidades observada en los diferentes mares y océanos de la Tierra creaba un gran desconcierto entre los científicos. Ninguna de las explicaciones resultaba plenamente satisfactoria, si bien con el paso del tiempo se fue comprendiendo el importante papel que, en esta cuestión del color, desempeñaban las sustancias disueltas en el agua marina y los distintos elementos (partículas, microorganismos) contenidos en ella.

Cuando la radiación solar incide sobre la superficie del mar, penetra en el agua y, aparte de sufrir una dispersión, es absorbida por ella, lo que contribuye a calentarla. La absorción no es igual para todas las longitudes de onda que completan el rango espectral de la luz blanca. De los 7 colores del arco iris que forman el espectro visible, los de mayor longitud de onda (rojo y anaranjado) son absorbidos con mayor rapidez, mientras que los de menor logran penetrar a una mayor profundidad, de ahí las tonalidades verdosas y azuladas que se observan en las profundidades marinas. Si la transparencia del agua es muy alta (poca turbidez), la luz es capaz de alcanzar del orden de los 400 metros de profundidad. En función de cuál sea la cantidad de partículas en suspensión y de organismos microscópicos (microplancton) que contenga el agua, varía el grado de absorción luminosa y el color resultante es diferente.

Lo normal es que en mar abierto (aguas profundas) el color dominante sea el azul oscuro, ya que allí el volumen de agua es tan enorme que la concentración de elementos contenidos en él es más pequeña que en zonas costeras (aguas someras), donde la coloración pardo-amarillenta y verdosa es más frecuente. Ocurre a veces que determinados microorganismos o algas alcanzan unas poblaciones tan grandes que literalmente tiñen el agua de tonalidades distintas a las que tendría el mar por efecto únicamente de las transformaciones a las que se ve sometida la radiación solar.


© José Miguel Viñas

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