El recordado meteorólogo Inocencio Font Tullot apuntaba en uno de sus últimos trabajos que el fenómeno del El Niño ha contribuido como el que más a la internacionalización de la letra Ñ. No le faltaba razón a D. Inocencio, ya que la literatura científica se ha visto inundada en las últimas tres décadas por multitud de trabajos que hacen referencia a tan singular fenómeno natural con destacadas implicaciones en el clima terrestre.
El Niño es la manifestación más clara de la relación que existe entre la atmósfera y el océano. En Meteorología decimos que ambos componentes del sistema climático están acoplados. Cada cierto tiempo, las aguas superficiales del océano Pacifico en su franja tropical –frente a las costas de Perú– se vuelven más cálidas, ya que lo normal en esa zona es que fluya una corriente fría, en tiempos llamada Corriente de Humboldt, en honor al geógrafo y naturalista alemán que a principios del siglo XIX hizo importantes estudios de campo en el continente americano.
El origen de tan singular nombre (El Niño) lo encontramos en la forma cariñosa con la que se referían al niño Jesús los antiguos pescadores del Perú. Ellos habían observado la aparición de una corriente cálida frente a sus costas hacia finales de año, lo que les afectaba enormemente, ya que disminuían espectacularmente las capturas. Los pescadores se veían forzados entonces a pasar la Navidad con la familia, dejando sus barcos en puerto. Además, observaban, a veces, como los meses siguientes eran extraordinariamente lluviosos; algo poco frecuente en la zona. La vuelta a la normalidad llegaba cuando los afloramientos marinos volvían a traer aguas frías ricas en nutrientes, dando lugar de nuevo a la aparición de grandes bancos de peces frente a las costas peruanas.
El fenómeno de El Niño está íntimamente relacionado con las variaciones anuales de la llamada “Circulación de Walker”, que tiene lugar en el océano Pacífico. Si bien se conoce de qué manera se ve afectado el movimiento de las masas de aire en la cuenca del Pacífico y la forma en que se ve alterada esa circulación cuando El Niño entra en escena, todavía no sabemos la causa primera por la que cada cierto tiempo se calientan las aguas de forma tan extraordinaria. Nos surge además la duda de si fue antes si el huevo o la gallina, pues por un lado cuando los vientos se intensifican en la zona se favorece el calentamiento marino, y por otro, ese calentamiento influye decisivamente en la propia circulación atmosférica.
El fenómeno de El Niño no es nada nuevo. Hay evidencias de que existe desde hace cientos e incluso miles de años. La primera referencia científica que habla de la corriente del El Niño data de 1891, y es un estudio publicado por la Sociedad Geográfica de Lima. Respecto a la posible influencia del cambio climático en la intensificación del fenómeno, lo cierto es que desde la década de 1970 han ocurrido algunos de los episodios más intensos de los que se tienen registros (1982 y 1997-98), si bien la falta de datos de los episodios más antiguos nos impide saber si es normal o no el comportamiento observado en la actualidad.
© José Miguel Viñas
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