Antonio Bellido Blanco
Revista de Folklore, nº 428 (OCT-2017); pp. 54-65
Las sociedades del pasado tenían una enorme dependencia de la naturaleza y, sobre todo aquellas que vivían de la agricultura, estaban restringidas a un entorno bastante limitado espacialmente. Eso hacía que épocas de sequías, inundaciones, los fuertes calores o los fríos intensos, y en general las variaciones climáticas extremas, les colocasen en una situación de fuerte debilidad en lo que se refiere al abastecimiento de sus recursos vitales. Frente a ello, y a falta de otros remedios, resultó muy habitual volver la vista al «cielo» y a las fuerzas del más allá para tratar de recuperar un favor que creían haber perdido y que había causado los males que padecían. De ahí nacen muy variados procedimientos y rituales de contrición, entre los que se incluyen las rogativas.