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Yunque en las alturas


Yunque en las alturas


Una de las estructuras nubosas más fácilmente identificables es el yunque que no pocas veces corona los cumulonimbos; las nubes de desarrollo vertical por excelencia. Situado por encima de los 8 kilómetros de altura, el yunque está constituido en su totalidad por cristalitos de hielo. Dependiendo de cuál sea nuestra posición con respecto a la nube tormentosa y de la dirección que sople el viento en niveles altos, el yunque presentará una mayor o menor simetría.

El yunque normalmente es asimétrico respecto al eje central de la célula tormentosa, extendiéndose más hacia la dirección donde sopla el viento dominante en altura, de ahí que resulte muy práctica su observación para saber hacia donde se desplaza la tormenta. La forma simétrica que adopta el de la fotografía permite deducir que la tormenta no se desplaza lateralmente (de izquierda a derecha o viceversa), por lo que la dirección del viento dominante en altura (flujo rector) coincidirá aproximadamente con el eje nube-observador. Lo más probable es que en esos momentos la tormenta permaneciera estática o se estuviera acercando o alejando del observador.

En la fase de crecimiento previa a la formación del cumulonimbo, la nube es impulsada hacia arriba por fuertes ascensos de aire, inducidos por la inestabilidad presente en el aire. Bajo condiciones propicias, la convección se dispara y los torreones nubosos a medida que van engordando ascienden libremente hasta el límite superior de la troposfera, situado en torno a los 10 kilómetros de altura en latitudes templadas. La parte superior de la nube –cumulus congestus– adopta en esos momentos la forma de una coliflor, lo que da idea del estado de “efervescencia” al que se están viendo sometidas las burbujas de aire cálido y húmedo que han sido capaces de ascender hasta esos niveles de atmósfera.

Alcanzada la tropopausa (límite entre la troposfera y la estratosfera), la temperatura ambiental a ese nivel deja de descender según ganamos altura y, en consecuencia, las burbujas de aire se encuentran con una barrera infranqueable en su vigoroso ascenso, ya que el aire a su alrededor deja de enfriarse al ritmo que lo venía haciendo, invirtiéndose en poca distancia el signo del gradiente térmico vertical. Dicha inversión térmica aplasta el tope nuboso, lo que fuerza su expansión hacia los lados, con el resultado que vemos. Únicamente en la parte central del cumulonimbus incus (así se llama esta especie nubosa), las intensas ascendencias son capaces de perforar ligeramente esa especie de tapadera invisible, penetrando la nube tímidamente en los dominios de la estratosfera.


© José Miguel Viñas

Permitida la reproducción total o parcial de este texto, con la única condición de que figure el nombre del autor y la fuente: www.divulgameteo.es




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