En algunos relatos de ciencia ficción, cuya acción transcurre en mundos imaginarios, aparecen con frecuencia planetas con 2 ó más soles, debido a que orbitan en sistemas estelares binarios o múltiples. A pesar de que Tierra da vueltas alrededor de una sola estrella, en nuestro planeta pueden observarse en el cielo hasta 3 soles –el verdadero y dos falsos–, lo que da al paisaje atmosférico un toque exótico similar al que tiene lugar en esos mundos fantásticos.
Con ambiente frío y nubes altas aumenta la posibilidad de observar fenómenos ópticos en la atmósfera. No es de extrañar, por tanto, que las regiones polares o las zonas de montaña sean lugares propicios para la observación de tan particular fenomenología. La refracción de la luz en los cristalitos de hielo presentes en las delgadas nubes cirriformes, hace de las suyas y da lugar a una sorprendente variedad de fotometeoros, tales como los halos y los parhelios o soles falsos.
Cuando los cristales de hielo son en su mayoría placas hexagonales, éstos tienden a orientarse como las hojas de los árboles al caer, con su mayor superficie mirando hacia arriba. Tras incidir los rayos solares sobre dichas placas, la luz se refracta y escapa del interior de los cristales formando un ángulo de 22º con respecto a la dirección de incidencia. Se produce entonces una concentración de luz a ambos lados –izquierda y derecha– del astro rey, en una posición del cielo por la que también pasa el tradicional halo (de 22º de arco) anunciador de cambios de tiempo. Las dos luminarias –con apariencia de soles falsos, aunque no son perfectamente circulares– aparecen semiocultas tras las nubes, siendo menos brillantes que el sol real.
En ocasiones, los parhelios presentan distintos colores, viéndose roja su parte más cercana al sol y con tonos azulados la parte exterior. Otras veces, son simples manchas luminosas redondeadas sin irisación alguna. Para localizar en el cielo la posición teórica donde debería aparecer un sol falso (en presencia de nubes altas, claro está), basta con extender un brazo apuntando hacia el sol y taparlo con el dedo pulgar; entonces, el parhelio quedaría a un palmo de distancia (señalado por la punta de nuestro meñique) a derecha o a izquierda del astro rey. Lo más frecuente es ver sólo uno de estos soles falsos, llamados en inglés sundogs, lo que traduciríamos como “perros de sol” o los perros lazarillos que acompañan a veces a nuestra estrella en su recorrido por la bóveda celeste.
© José Miguel Viñas
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