Sequía, temporales y cosechas deficitarias en el nordeste peninsular: un apunte de las consecuencias del «mal año» de 1783 en algunos corregimientos aragoneses y catalanes
Armando Alberola Romá; Margarita Box Amorox
Libro jubilar en homenaje al profesor Antonio Gil Olcina. Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2014, pp. 845-860.
Entre 1780 y 1795 los contemporáneos percibieron con claridad que la atmósfera se comportaba en España con un rigor y extremismo hasta entonces desconocidos, al sucederse de manera constante prolongados períodos de sequía junto con precipitaciones otoñales de rango extraordinario, riadas e inundaciones, heladas y granizos. 1783 fue un mal año tanto en España como en el resto del continente europeo, pues a los efectos ocasionados por la erupción del volcán islandés Laki, que propiciaron un verano gris y agobiante seguido de un gélido invierno, se añadieron las consecuencias de los terremotos de Calabria y Sicilia así como las de las fuertes lluvias e inundaciones que castigaron a muchas regiones centroeuropeas.
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