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Oleaje atmosférico


Oleaje atmosférico


La condición de fluido del aire y el agua hace que ambos elementos de la Naturaleza se comporten de manera muy parecida, lo que da como resultado unos patrones comunes en ellos, tales como los remolinos o las ondas. Estas últimas son las responsables de las bandas de nubes paralelas que a veces vemos surcar los cielos, lo que llama mucho nuestra atención. Bastante más difícil de observar, en una de esas bandas o en otro tipo de nube, es este pequeño y singular oleaje.

A pesar de su rareza, se conoce bastante bien el mecanismo natural que da lugar a esta particular ondulatoria, generada por una inestabilidad de Kelvin-Helmholtz (KH). En este caso, la nube estaría marcando el nivel de separación de dos capas de aire de diferente densidad, con el más denso situado en la parte inferior, lo que implica una gran estabilidad atmosférica. En ausencia de viento o con un régimen muy uniforme, el tope de la nube permanece plano e inalterable, pero cuando de forma transitoria en ese nivel de atmósfera el viento varía de forma brusca al ganar o perder altura –lo que en Meteorología se conoce como cizalladura vertical–, entonces la superficie de separación comienza a ondularse con el resultado que muestra la fotografía.

La inestabilidad de KH surge como respuesta a la perturbación que los cambios bruscos del viento con la altura genera en la interfase entre las dos capas de aire estable. El fenómeno no es exclusivamente atmosférico, sino que puede acontecer en la zona de separación de dos fluidos cualesquiera, sean o no de naturaleza gaseosa. El hecho de que tengan que producirse de forma simultánea las circunstancias comentadas, hace de estas singulares ondas algo efímero, de apenas unos minutos de vida, lo que las convierte en un preciado objeto de deseo de los “cazadores de nubes”.

La aparición del fenómeno y su posterior evolución se describen con precisión en un artículo publicado en el nº 3 (1ª etapa) de la revista digital RAM, donde se afirma lo siguiente: “Si la intensidad del viento aumenta en la capa superior, entonces se producen un conjunto de ondas estables en la superficie de separación. Si la intensidad o cizalladura del viento sigue aumentando, entonces las pequeñas ondas entran en un modo inestable y comienzan a crecer a medida que pasa el tiempo, dando lugar a formas que nada tiene que ver con las ondas iniciales. La superficie separadora comienza a ondularse, a retorcerse sobre si misma a medida que crece, hasta dar unas formas características, llamadas de ojos de gato.”


© José Miguel Viñas

Permitida la reproducción total o parcial de este texto, con la única condición de que figure el nombre del autor y la fuente: www.divulgameteo.es




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