La superficie del mar es un medio elástico, sometido a todo tipo de oscilaciones naturales. Las más conocidas son debidas a las fuerzas de marea provocadas por el tirón gravitacional que el sol y la luna ejercen sobre la gran masa oceánica. Las variaciones de presión atmosférica, junto al efecto del viento, se solapan a las mareas astronómicas, contribuyendo en ocasiones de forma muy destacada en los cambios de nivel marino observados en las costas.
Una variación de 1 hPa (hectopascal, equivalente a milibar) provoca una variación de
Incluso cuando la atmósfera está en calma, la presión atmosférica experimenta pequeñas variaciones, asociadas al ciclo día-noche a escala planetaria. En Meteorología, definimos una situación de “pantano barométrico” como aquella en la que sobre una extensa franja de territorio, el patrón de presión se mantiene uniforme, sin apenas cambios de unos lugares a otros, salvo los debidos a las diferentes elevaciones del terreno. Bajo esas situaciones de altas presiones y cielos despejados, ideales para hacer uso de un altímetro, el registro continuo de la presión atmosférica muestra una pequeñísima oscilación, que reflejan a la perfección las gráficas de los barógrafos.
En un país como España, la variación diurna de la presión en 24 horas muestra dos máximos (a las 10 y a las 22 horas –hora solar–) y 2 mínimos (a las 4 y a las 16 h), siendo la amplitud total de la oscilación del orden de 1 hPa. La causa que provoca estas variaciones regulares de la presión atmosférica la encontramos en el calentamiento y el enfriamiento que experimenta el aire a lo largo del día, pero no a nivel local sino global, con un período de oscilación de unas 12 horas (tiempo que transcurre entre dos máximos o mínimos consecutivos). Como consecuencia de la alternancia del día y la noche, la atmósfera se ve sometida diariamente a un ciclo diario de expansión y contracción, que se propaga por toda
© José Miguel Viñas
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