Una de las estampas más típicas del invierno es la de los carámbanos de hielo colgando de los aleros de los tejados, ramas de árboles, salientes de terreno y otros muchos elementos del paisaje. El goteo continuo de agua líquida en combinación con las fuertes heladas, propias de la época fría del año, da como resultado la formación de esas estalactitas de hielo tan características, que reciben nombres de lo más pintorescos según las zonas de España.
En el caso de los carámbanos que, como los que aparecen en la fotografía, se forman en el alero de un tejado, es necesario que previamente haya nevado en la zona, acumulándose nieve sobre dicho tejado. La fusión parcial de la nieve que tiene lugar durante las horas centrales del día da lugar a la aparición de numerosos hilillos de agua bajo el manto blanco, que van a parar al borde del alero, desde donde comienza a gotear. Al caer la noche, el aire frío y helador forma una costra de hielo sobre la nieve del tejado, quedando aislada del frío la parte inferior de ese manto, de manera que el agua sigue fluyendo por debajo. Las gotas resultantes al ir descolgándose por el alero se congelan de inmediato, al entrar en contacto con el aire exterior, formando, con el paso de las horas, las afiladas agujas de hielo.
Es bastante habitual que durante el día, si llega a despejarse y sube de forma rápida la temperatura, se desprendan algunas de las agujas de hielo del alero situado en la fachada iluminada por al sol, con el consiguiente peligro para todo aquel viandante que camine o se sitúe justo debajo. El 26 de febrero de 2008, la agencia Novosti informaba de la muerte de 6 personas en la provincia rusa de Samara como consecuencia de la caída de varios carámbanos. Noticias similares a esta se producen casi todos los inviernos en países como Rusia, donde el intenso frío suele hacer de las suyas.
Como comentábamos al principio del artículo, estas estalactitas de hielo reciben nombres muy curiosos, dependiendo de los lugares. Entre la larga lista de nombres encontramos chapiteles, chipiletes, pinganiles, candelizos, calambrizos, rencellos, chupones o chupadores. En el interior de Cantabria al carámbano le llaman cangalitu o cirriu y en el Valle del Roncal (Navarra) churro (variante de chuzo), pero quizás la palabra más sorprendente sea la de calamoco, que literalmente significa “moco que cae”. Esta palabra es la traducción al castellano de la de origen vasco txintxorro [chinchorro].
© José Miguel Viñas
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