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Las veletas


Las veletas


Con el paso de los años, las veletas, que antaño servían para unos fines eminentemente prácticos –conocer la dirección de la que sopla el viento–, han pasado a convertirse en meros objetos decorativos, circunscritos casi exclusivamente al ámbito rural. En los pueblos todavía podemos ver alguna asomar por los tejados, aparte de las que tradicionalmente coronan las torres de las iglesias. El clásico gallo de las veletas esconde tras de sí una curiosa historia.

Tenemos dos tipos de veletas. Las más sencillas consisten en una pieza metálica, normalmente en forma de flecha o saeta, que gira libremente alrededor de un eje vertical. Solidariamente a él encontramos 4 varillas, también metálicas y en forma de aspa, que marcan los puntos cardinales. Aparte de estas veletas, que “en marzo ni dos horas están quietas” –como apunta el refrán–, existen otras más ornamentales y de gran tamaño, cuya silueta aparece en lo más alto de los cimborrios catedralicios y campanarios. Este otro tipo recibe el nombre de giraldas, por aquello de que giran, y de ahí tomó el nombre la famosa torre de la catedral de Sevilla.

Las primeras referencias a las veletas las encontramos en el Antiguo Egipto, ya que en algunos jeroglíficos se han encontrado representaciones de ciertos animales que indicaban la dirección de los vientos. Por ejemplo, la cola de la gallina de Numidia indicaba el curso del viento del Sur, mientras que su cresta y pico señalaban hacia el Norte. La primera veleta de la que se tiene noticia es, al parecer, la que coronaba el famoso Faro de Alejandría, construido en el siglo III a. C. Algunas crónicas apuntan a que dicho faro estaba rematado por una estatua de Tolomeo I que giraba con el viento y que por lo tanto hacía las funciones de veleta.

La veleta más antigua documentada fue la que coronaba la Torre de los Vientos de Atenas, construida por el astrónomo Andronicus durante el año 48 A.C., que representaba al dios Tritón, por lo que tenía cabeza y torso de hombre y cola de pez, igual que las sirenas. Tanto en la Antigua Grecia como en la Roma pre-cristiana, las veletas aludían a los dioses Boreas, Eolo, Hermes y Mercurio y decoraban las villas de los ricos de la época.

Tal y como muestra la fotografía y comentábamos al principio, rematando la veleta suele aparecer la figura de un gallo, cuyo origen histórico se remonta al siglo IX. Fue el Papa Nicolás I quien ordenó colocar un gallo en los campanarios de las iglesias para simbolizar el hecho de que San Pedro negará tres veces a Jesús antes del canto del gallo, tal y como nos relata el Evangelio de San Marcos. Al existir ya por aquella época veletas en los campanarios, se optó por añadirles dicho elemento ornamental.
 

© José Miguel Viñas

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