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Las corrientes en chorro


Las corrientes en chorro


En la parte alta de la troposfera, a unos 10 kilómetros de altura en latitudes medias, se localizan unas corrientes de aire donde el viento alcanza velocidades extraordinarias, del orden de los 250 km/h, siendo relativamente frecuente encontrar vientos de 350 km/h, e incluso de forma excepcional superiores a los 500. Los aviones comerciales surcan a menudo esos ríos aéreos, ya que volar con esos vientos a favor reduce el tiempo del viaje y ahorra combustible.

Podemos definir una corriente en chorro (jet stream, en inglés) como una fuerte y estrecha corriente de aire concentrada a lo largo de un eje casi horizontal a la altitud antes referida. Los chorros tienen una anchura típica de unos 200 kilómetros y un espesor que oscila entre los 5.000 y los 7.000 metros, aunque los vientos máximos sólo se alcanzan en su parte central, lo que se conoce como el núcleo del chorro. Para que una corriente en chorro sea considerada como tal, los vientos sostenidos de su núcleo deben alcanzar como mínimo los 65 nudos (aprox. 120 km/h).

Existen cinco grandes corrientes en chorro en la Tierra. Debido a la simetría esférica del planeta, tenemos dos chorros polares en latitudes medias de cada hemisferio y dos chorros subtropicales, situados a una altura algo mayor, pero a menor latitud, afectando de lleno el del Hemisferio Norte (HN), ocasionalmente, a las islas Canarias. El chorro subtropical es más débil que el polar y aparece a menudo de forma discontinua. Ambos son corrientes del oeste, justo lo contrario que el chorro ecuatorial, que es una corriente del este, que circula sobre el Ecuador entre los 14 y los 17 kilómetros de altura.

El chorro polar que aparece en el HN es el que afecta de lleno a la Península Ibérica, y se forma justo en las zonas donde convergen las masas de aire cálido procedentes del Ecuador con las frías de origen polar. Rodean la Tierra y forman gigantescas ondas de aspecto similar a los meandros de los ríos que surcan la superficie terrestre. Se produce además un balanceo estacional en ese chorro, situándose a unos 50ºN en verano y entre los 35 y 40ºN en invierno, siendo bastante más intenso en esta última estación.

El descubrimiento de las corrientes en chorro se hizo público al finalizar la Segunda Guerra Mundial, ya que durante el conflicto bélico fue un secreto militar. Lo descubrieron los japoneses y lo aprovecharon para lanzar globos-bombas a los EEUU. En un primer momento, los americanos pensaron que los japoneses no supondrían una amenaza aérea para su país, ya que les separaban 7.000 kilómetros de océano, una distancia insalvable para los aviones de la época. Sin embargo, el descubrimiento de la corriente en chorro permitió a los japoneses hacer vuelos de reconocimiento hasta la costa oeste de los EEUU, y además idearon un ingenioso método de ataque. Soltaban desde Japón unos gigantescos globos de papel de los que colgaban abundantes explosivos. Cuando los globos lograban alcanzar el chorro cruzaban el Pacífico en un tiempo récord y con ayuda de un temporizador soltaban la carga sobre su objetivo. Cerca de 1.000 de estas bombas llegaron a impactar al oeste de los EEUU, provocando incendios forestales y la muerte de 6 escolares en Oregón. La verdadera causa de esto fue silenciada por el Gobierno estadounidense para evitar el pánico entre la población.


© José Miguel Viñas

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