El calor húmedo y pegajoso es uno de los factores ambientales con los que tendrá que convivir todo aquel que elija el Mediterráneo como lugar de vacaciones en verano. Por suerte, ese mismo mar, que de forma tan eficaz carga de humedad la parte más baja de la atmósfera, contribuye al establecimiento de la refrescante brisa, que aparece, con puntualidad suiza, junto a la costa casi todos los días. Resulta interesante conocer algunas de las particularidades de este singular viento.
El régimen de brisas costeras tiene su origen en la diferencia de temperatura que se produce cada día entre la tierra y el mar. Estos dos medios se calientan de forma muy desigual. La capacidad calorífica del agua del mar es mucho mayor que la del suelo, de ahí que el mar consiga atrapar el calor el sol sin apenas elevar su temperatura, algo que no ocurre sobre tierra firme. Si un día de verano, hacia el mediodía, vamos descalzos por la playa, la arena nos quemará los pies; sin embargo, al caminar de noche sobre ella la notaremos fría. ¿Qué ocurre con el agua del mar? pues que se mantiene calentita tanto de día como de noche. Estas diferencias de temperatura provocan diferencias en la presión atmosférica sobre ambas superficies, lo que pone en marcha la célula de brisa.
Las brisas siguen el ciclo día-noche. Por la mañana, según gana altura el sol, el aire pegado al suelo se va calentando con rapidez, y al hacerse ligero empieza a elevarse. Dicho aire, al escapar hacia arriba, es reemplazado por aire más fresco de procedencia marítima. Es entonces cuando empezamos a notar la brisa. Esto ocurre hacia el mediodía. Los marinos llaman a esta brisa de mar virazón, y es un viento que va ganando intensidad con el paso de las horas, alcanzándose las mayores rachas –de hasta 40 km/h– entre las cuatro y las cinco de la tarde. A partir de ese momento, la brisa afloja hasta detenerse al final de la tarde. Tras la puesta de sol, la tierra se enfría con rapidez mientras que el mar mantiene casi igual su temperatura. Se establece entonces la brisa de tierra o terral, que sopla durante la noche, en sentido contrario y con algo menos de intensidad.
La presencia de las brisas puede llegar a detectarse en zonas bastante alejadas de la costa, siempre y cuando la orografía sea favorable y no constituya un obstáculo natural al recorrido del aire tierra adentro. Las brisas se encauzan con facilidad por los valles de los ríos y penetran por algunos de los portillos de las sierras litorales, alcanzando en algunos casos lugares situados a más de
Comentar por último un fenómeno bastante curioso, y es que a medida que la brisa de mar se intensifica va girando hacia su derecha. Esto es así debido al efecto de Coriolis. Puede comprobarlo Vd. mismo situándose frente al mar. Por la mañana la brisa incidirá perpendicularmente a la línea de costa, directamente a su cara. pero a primeras horas de la tarde lo hará formando un pequeño ángulo y notará que incide más por su parte frontal derecha que por la izquierda. Le invito a que haga la prueba…
© José Miguel Viñas
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