Meteored Observador de Meteorología Estaciones meteorológicas
Contacto |  rne

Aula abierta

La pluma


La pluma


Las nubes y, en general, los celajes son una caja de sorpresas. ¿A quién no le ha sorprendido alguna vez la forma de una nube? Animales acuáticos y terrestres, perfiles de caras y todo tipo de objetos forman parte de la imaginería nubosa. Si bien es cierto que en ocasiones dejamos volar en exceso nuestra imaginación, viendo cosas en las nubes de manera un tanto forzada, hay veces en que las formaciones nubosas reproducen fielmente el objeto que adivinamos a ver.

Tal es el caso de la pluma de la fotografía. Se trata de una nube del género cirrus, cuyos delicados filamentos tienen un asombroso parecido a una pluma de ave. Otra particularidad que salta a la vista es esa especie de agujero en el cielo donde se inscribe dicha formación nubosa. En el mundo anglosajón dichos boquetes celestes que a veces parecen perforar una capa de nubes –normalmente altas, como en este caso– reciben el nombre de “Punch Hole Clouds”. Su formación es debida a un hundimiento local de aire frío sobre una capa nubosa, lo que provoca la evaporación de los cristalitos de hielo de una porción –normalmente circular– de la citada capa. Durante bastante tiempo se ha especulado con la posibilidad de que esos agujeros en el cielo, así como las nubes circunscritas a ellos, fueran consecuencia del tráfico aéreo. Un reciente estudio (publicado en 2010) del National Center for Atmospheric Research (NCAR) ha relacionado ambas cosas. En este caso, la pluma ocuparía un nivel de atmósfera ligeramente superior al del velo de delicadas nubes, también altas, que parecen rodearla.

La nube en cuestión es un cirrus fibratus vertebratus y debe su nombre, por un lado, al aspecto fibrilar que presenta y, por otro, a las vértebras de las que parece estar provista. En la atmósfera podemos tener cirros de cinco especies diferentes (fibratus, uncinus, spissatus, castellanus y floccus), existiendo a su vez hasta cuatro variedades distintas de cada una de ellas (vertebratus, intortus, radiatus y duplicatus). Mediante la combinación de estos nombres en latín puede clasificarse cualquier nube de tipo cirriforme.

La blancura de la pluma es debida a que está constituida en su totalidad por hielo, que como sabemos tiene un elevado poder reflectante. Si las delicadas nubes que rodean el agujero no se observan tan blancas es porque están situadas en un piso ligeramente inferior al de la pluma. En cualquier caso, tanto la pluma como todas las trazas nubosas que aparecen en la fotografía están situadas por encima de los 6.000 m de altura, que es el nivel inferior al que sitúan los cirros en latitudes templadas. A esos niveles de atmósfera la temperatura es del orden de los -25 ºC.


© José Miguel Viñas

Permitida la reproducción total o parcial de este texto, con la única condición de que figure el nombre del autor y la fuente: www.divulgameteo.es




Kitdigital-nextgeneration