Matías Miguel García Hernández
Nimbus, nº 7-8 (2001); pp. 67-122
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A raíz de una catástrofe natural podemos apreciar cómo provoca una respuesta por parte de los habitantes que la han sufrido, para evitar dichos males, actuando sobre el medio y modificándolo; tal y como ocurrió en la inundación de 1891 en la ciudad de Almería. Así, la ciudad que en su larga historia había mantenido una estructurada red hidrológica, basada en el respeto de los cursos naturales que la atravesaban, pasa a modificar profundamente esta red, convirtiéndola en una red hidráulica al servicio de los intereses humanos, lo que implica un afán trasgresor del medio por dominarlo.