Antonio Espino López
Revista de Historia Moderna, nº 33 (2015); pp. 243-262
Una de las peculiaridades de la isla de Ibiza en las edades Media y Moderna fue su extraordinaria dependencia económica de sus salinas. Sin apenas otro producto que exportar, los ibicencos estaban sujetos de manera notable a las oscilaciones del comercio internacional de la sal. La situación geográfica de la isla, en la encrucijada de numerosas vías marítimas, ayudó a ello. Ibiza abasteció de sal a Génova (a partir de 1258), Florencia, Milán, Nápoles, Sicilia, Ancona, Venecia, pero también al norte de África y a la Europa atlántica.