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La cencellada


La cencellada


El invierno nos regala a menudo bellas estampas en las que la nieve y el hielo tiñen todo de blanco. Las delicadas estructuras de hielo dotan a los distintos elementos del paisaje de un sinfín de matices a cada cuál más hermoso. Del conjunto de estampas invernales, hay una que destaca por su espectacularidad, siendo algo más difícil de ver que las tradicionales nevadas o la típica escarcha matutina. Se trata de la cencellada y tiene su origen en las gotitas de la niebla.

Existe cierta confusión a nivel popular sobre cuál es su verdadera naturaleza. Lo cierto es que a veces cuesta distinguir entre un paisaje ligeramente nevado y otro con cencellada. También suele confundirse esta última con la escarcha, usándose distintas acepciones para identificarla, tales como calambriza, cambriza o carama. Esta última palabra es usada por la gente de Burgos para referirse al fenómeno de la escarcha; sin embargo, para el escritor vallisoletano Miguel Delibes no es sinónimo de escarcha sino de cencellada, y sólo aparecería cuando hay niebla y hiela, algo relativamente habitual durante el invierno en Castilla y León.

Para que se forme una cencellada –llamada también cencella o cenceñada– es condición sine cuanum el que previamente tengamos niebla y que la temperatura descienda por debajo de 0 ºC. Cuando esto ocurre, las gotitas que forman la niebla pasan a estar en un metaestado llamado de subfusión, congelándose de inmediato al entrar en contacto con cualquier objeto que se interponga en su camino. El proceso mediante el cual se acumula hielo sobre una superficie sólida como consecuencia del impacto constante de gotas o gotitas de agua subfundida recibe el nombre de engelamiento, y constituye una de las principales adversidades de origen meteorológico para la aviación, ya que si una aeronave vuela demasiado tiempo en el interior de una nube con temperaturas negativas, corre el riesgo de acumular una gran cantidad de hielo en su fuselaje.

Cuando la niebla está cerrada, el aire permanece prácticamente inmóvil en su interior y las gotitas subfundidas flotan en el ambiente, manteniendo su condición de líquido elemento. Basta una ligera agitación del aire en el seno de la capa de niebla para que ésta comience a levantarse del suelo y las gotitas, al desplazarse lateralmente, impacten sobre cualquier objeto que se interponga en su camino, se adhieran a él y se congelen de inmediato. El resultado es el paisaje fantasmagórico que muestra la fotografía, donde la tenue veladura que envuelve la escena nos muestra el momento previo al levantamiento completo de la niebla.

La fotografía fue realizada por Gonzalo Aupí Cortelles, el 8 de enero de 2009 hacia la una del mediodía –hora local–, en el Col du Pertuis, entre Le Puy y St. Etienne, en la región francesa de Rhone-Alpes. Desde estas líneas felicito a Gonzalo por regalarnos esta bonita postal invernal y a su padre –Vicente Aupí– por permitirme su reproducción con fines divulgativos.


© José Miguel Viñas

Permitida la reproducción total o parcial de este texto, con la única condición de que figure el nombre del autor y la fuente: www.divulgameteo.es




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