El hielo, como todo el mundo sabe, es la fase sólida del agua y presenta unas características que lo hacen muy singular. Si nos ceñimos a su color, encontramos en él, a veces, tonalidades azules muy llamativas. Sorprende, por ejemplo, ver en un campo de blancos y resplandecientes icebergs uno de color azul como el de la fotografía –en este caso, el patito bello de la parvada–, lo que obedece a unas características del hielo que lo forma algo diferentes.
El color azul del hielo se observa con frecuencia en las grietas de los glaciares o en las concavidades de algunos icebergs, pero lo habitual es que el hielo se presente ante nuestros ojos blanco o semitransparente. El hielo que se forma en la atmósfera y, en general, el que se acumula en diferentes lugares de la superficie terrestre, es lo que se conoce como hielo común o hielo Ih, que sería su nombre técnico. La hache estaría indicando que cristaliza en el sistema hexagonal y el número 1, que es el primero de una lista de 9 tipos diferentes de hielo que existen en
El hielo puro es transparente a la radiación solar, igual que un cristal, lo que pasa es que cuando se congela el agua y se forma el hielo, siempre quedan atrapadas dentro de él pequeñas burbujas de aire, lo que provoca la reflexión interna de la luz que las atraviesa, dando como resultado el aspecto blanquecino. El hielo es tanto más blanco cuanto más aire contenga en su seno. Un caso extremo sería el de la nieve que, no lo olvidemos, no es más que un conglomerado de cristales de hielo, con una gran cantidad de aire contenido en su interior, de ahí su esponjosidad. En general, cuanto más rápida sea la congelación a la que se vea sometida el agua, más aire quedará atrapado dentro del hielo y más blanco aparecerá ante nuestros ojos.
El elevado poder reflectante del hielo blanco (la nieve refleja entre el 70 y el 90% de la radiación solar incidente) se debe a las continuas reflexiones que sufre la luz solar en las burbujas de aire que lo acorazan. Cuando la consistencia del hielo es mayor, las burbujas de aire atrapadas en él se apelotonan y eso permite una mayor penetración de la luz en el interior de la masa de hielo, siendo progresivamente absorbida en su recorrido hacia zonas más profundas. Cada uno de los 7 colores que componen la luz blanca presenta una longitud de onda característica. Debido a que el hielo absorbe la luz roja –de mayor longitud de onda– hasta seis veces más eficazmente que la luz azul, ésta logra penetrar mucho más en ese tipo de hielo, dando como resultado la sugerente tonalidad azulada.
© José Miguel Viñas
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