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Ganchos en el cielo


Ganchos en el cielo


Con relativa frecuencia, anunciando la mayoría de las veces un cambio de tiempo, aparecen en los cielos azules y despejados delgadas nubes blancas y filamentosas que rompen la homogenidad del hasta entonces cielo raso. Se trata de los cirros y están constituidos por pequeñísimos cristales de hielo que surgen como consecuencia del aumento del contenido de humedad en los niveles altos de la troposfera. En ocasiones, presentan una forma ganchuda muy característica.

No todas las nubes del género cirrus presentan dicha morfología; se trata únicamente de la especie denominada cirrus uncinus, cuyo significado literal –traduciendo del latín- sería “hebras de cabello rizadas”. Ese es justamente el aspecto que presentan estas nubes en el cielo, como mechones de pelo ondeados por el viento y rizados en uno de sus bordes, formando esa especie de gancho que se aprecia en la fotografía. Dicha imagen fue captada en los cielos de León el 24 de julio de 2005 por José Tous Borrás, un gran aficionado a la Meteorología y excelente fotógrafo.

Los cirros de cualquier especie presentan algunas características comunes como los filamentos blanquecinos, de aspecto frágil y liviano, que en ocasiones se extienden como grandes cabelleras de textura sedosa. Los minúsculos cristalitos de hielo de los que están constituidos, forman un fino velo traslúcido que permite pasar la mayor parte de la radiación solar, pero no es del todo transparente a la radiación terrestre de onda larga (infrarroja) que escapa del suelo, lo que contribuye a calentar ligeramente el aire de los niveles inferiores. Se puede comprobar fácilmente cómo en presencia de nubes altas (con sus bases situadas por encima de los 6.000 m de altitud) experimentamos una mayor sensación de bochorno que si el cielo está raso.

La forma ganchuda de estas nubes es un claro indicador de la presencia de vientos intensos al nivel donde aparecen. A menudo, los uncinus delatan  la presencia de una corriente en chorro en la parte alta de la troposfera. Las grandes diferencias de velocidad y dirección del viento en las proximidades del chorro, lo que en Meteorología se conoce como cizalladura, provoca un desplazamiento horizontal diferencial de los cristales de hielo que precipitan de los cirros, dependiendo del nivel al que se encuentren. La acción del viento sobre una cortina de precipitación –en este caso de pequeños cristales de hielo–  provoca un empuje lateral diferente entre una parte de dicha cortina y las contiguas, lo que da como resultado esa especie de garras o ganchos. 


© José Miguel Viñas

Permitida la reproducción total o parcial de este texto, con la única condición de que figure el nombre del autor y la fuente: www.divulgameteo.es




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