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Aula abierta

El efecto foehn


El efecto foehn


En esta Aula Abierta no podía faltar a su cita este singular fenómeno meteorológico que tan bien conocen –y padecen– los habitantes de los valles suizos y de algunos otros repartidos por diferentes cordilleras de todo el mundo, incluidas las españolas. El vocablo “foehn” es una castellanización de la palabra alemana föhn, cuyo origen lo encontramos en el nombre en latín favonius, con el que los antiguos romanos identificaban al viento del Oeste.

El favonius era un viento templado, que al incidir contra las montañas fundía la nieve. Los primeros estudios científicos de este viento recalentado tuvieron lugar en Suiza, razón por la cuál al fenómeno se le identifico con la palabra alemana föhn, ya que el alemán es una de las lenguas que se habla en ese país centroeuropeo. La barrera de los Alpes y los profundos valles alpinos provocan a veces unas subidas espectaculares de temperatura, siendo una de las regiones del mundo donde la incidencia del foehn es más notable.

El efecto foehn podemos definirlo como la transformación que sufre una masa de aire cuando atraviesa un obstáculo montañoso, y cuya principal característica sería un notable aumento de su temperatura. Cuando hay foehn, en los valles situados a sotavento de las montañas se registran subidas espectaculares de temperatura; un ascenso térmico que viene acompañado de un viento seco, cálido, muy molesto y racheado, que parece surgir a borbotones de la montaña. Ese carácter turbulento del viento viene condicionado por las características orográficas del terreno, siendo más acusado en los valles estrechos, profundos e intrincados, donde las rachas pueden alcanzar los 100 km/h.

Para entender por qué se produce este efecto, hay que tener en cuenta que el aire se enfría a un ritmo mayor o menor al ascender por la atmósfera, dependiendo de cuál sea su grado de humedad. Cuando una masa de aire seco encuentra en su recorrido con una montaña, se ve obligada a remontarla, y en ese ascenso se enfría a razón de casi 1 ºC por cada 100 metros de ascensión. Ese es el cambio de temperatura aproximado que experimentamos cuando subimos por una montaña un día soleado.

Al ir la masa de aire remontando la falda montañosa, se va enfriando de forma progresiva y llega un momento en que alcanza su nivel de condensación y empieza a formarse una nube orográfica. El aire se satura de humedad y al seguir ascendiendo (ya en forma de nube) sigue enfriándose pero a un ritmo menor, del orden de 0,5 ºC por cada 100 metros. Si la montaña es lo suficientemente elevada, en esa cara de barlovento la nubosidad agarrada a ella dejará precipitaciones, perdiendo el aire gran parte de su contenido de humedad al llegar a la cima. Una vez allí arriba, el aire empieza a descender por la otra ladera, la de sotavento, pero al haberse convertido ya en un aire seco, se calienta en todo el tramo descendente a razón de 1 ºC por cada 100 metros, de manera que al llegar al valle, el aire está bastante más caliente que inicialmente, cuando incidió en la montaña.

El foehn influye también de forma importante en el estado anímico de las personas, y no sólo eso, sino que está relacionado con ciertas patologías y trastornos de la salud como los dolores de cabeza, las náuseas, el insomnio, los estados depresivos… así como con el aumento de los accidentes, los suicidios y las acciones violentas. En el País Vasco, el viento sur, y el efecto foehn que lleva asociado, recibe el nombre de ero haizea, que traduciríamos como “viento de locos”, pero no es que únicamente vuelva loca a la gente, sino que, al parecer, desata los más bajos instintos de los seres humanos. En algunos cantones suizos, los registros de viento son usados en los juicios por homicidio, y si se certifica la presencia de föhn, los abogados lo usan como una prueba eximente. En el antiguo Código Penal que se aplicaba en España, se recogía ese hecho, eximiendo de la culpabilidad de un delito si la falta había sido cometida en días de viento sur. En las estadísticas de asesinatos, suicidios o hechos violentos, hay a menudo una componente climática, asociada en la mayoría de ocasiones a la combinación del viento y el calor.


© José Miguel Viñas

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