La desgarradora belleza de un tornado en lontananza, con su característica silueta cónica, de aspecto sombrío cuando se observa a contraluz, contrasta con la estela de destrucción que causa a su paso; no en vano se trata del fenómeno meteorológico más devastador que existe en
Podemos definir un tornado como una rotación muy violenta de una columna de aire que se descuelga de una nube tormentosa, habitualmente una supercélula. El tornado, de aspecto similar a un embudo, alcanza el suelo desde la base de la nube, a menudo rodeado de otras nubes desgarradas más pequeñas dotadas de una gran agitación, que se desplazan con rapidez a merced de los fuertes vientos reinantes. En algunas ocasiones, la columna de aire giratoria no logra alcanzar tierra firme, en cuyo caso tenemos una tuba (funnel cloud, en inglés). La extraordinaria rotación que da lugar a veces a los tornados, es debida a la presencia de una fuerte cizalladura vertical de viento, variando mucho dicho viento, tanto en dirección como en intensidad, entre el nivel del suelo y los primeros tramos de atmósfera.
El embudo es visible gracias a la presencia del polvo que succiona del suelo, así como a las gotas de agua y granizos presentes en su interior. Los diámetros de los tornados son muy variables, ya que van desde unos pocos metros (microtornados) a algo más de un kilómetro, en casos excepcionales. El diámetro más común sería del orden del centenar de metros. En el centro de un tornado se genera una presión tan baja que da lugar a unas rachas de viento extraordinarias a su alrededor, superiores, en algunos casos, a los
En 1971, el profesor de
Los tornados comienzan a ser devastadores a partir del grado F3, en cuyo caso pueden generar vientos de entre 280 y
EEUU es, con diferencia, el lugar del mundo donde la incidencia de los tornados es mayor. Nada menos que el 75% de los tornados que se forman en el mundo tienen lugar allí (tres de cada cuatro). Afectan sobre todo a una región que recibe el nombre del “corredor de los tornados” (Tornado Alley) y que cubre casi toda la parte central y sur de aquel enorme país. Allí se dan, especialmente en el arranque de la primavera, los ingredientes necesarios para la formación de tornados. En ese corredor convergen dos masas de aire de marcados contrastes, cuya combinación resulta explosiva. Por un lado, el aire caliente y húmedo procedente del Golfo de México y, por otro, el aire muy frío procedente del Pacífico Norte, acelerado al descender desde las Rocosas a las Grandes Llanuras. En territorio estadounidense, por término medio, se registran al año del orden de 1.000 tornados, aunque por fortuna sólo una pequeñísima fracción de ellos son devastadores (F3 ó más).
© José Miguel Viñas
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