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El devastador tornado


El devastador tornado


La desgarradora belleza de un tornado en lontananza, con su característica silueta cónica, de aspecto sombrío cuando se observa a contraluz, contrasta con la estela de destrucción que causa a su paso; no en vano se trata del fenómeno meteorológico más devastador que existe en la Naturaleza. Afortunadamente, se trata de un fenómeno de escala muy local, por lo que zona golpeada por él no suele ser muy grande, aunque sí la magnitud de los daños ocasionados.

Podemos definir un tornado como una rotación muy violenta de una columna de aire que se descuelga de una nube tormentosa, habitualmente una supercélula. El tornado, de aspecto similar a un embudo, alcanza el suelo desde la base de la nube, a menudo rodeado de otras nubes desgarradas más pequeñas dotadas de una gran agitación, que se desplazan con rapidez a merced de los fuertes vientos reinantes. En algunas ocasiones, la columna de aire giratoria no logra alcanzar tierra firme, en cuyo caso tenemos una tuba (funnel cloud, en inglés). La extraordinaria rotación que da lugar a veces a los tornados, es debida a la presencia de una fuerte cizalladura vertical de viento, variando mucho dicho viento, tanto en dirección como en intensidad, entre el nivel del  suelo y los primeros tramos de atmósfera.

El embudo es visible gracias a la presencia del polvo que succiona del suelo, así como a las gotas de agua y granizos presentes en su interior. Los diámetros de los tornados son muy variables, ya que van desde unos pocos metros (microtornados) a algo más de un kilómetro, en casos excepcionales. El diámetro más común sería del orden del centenar de metros. En el centro de un tornado se genera una presión tan baja que da lugar a unas rachas de viento extraordinarias a su alrededor, superiores, en algunos casos, a los 500 km/h. La velocidad de desplazamiento típica de un tornado es de 50 a 80 km/h, por lo que si vamos en un coche a una distancia prudencial tenemos margen de escapatoria.

En 1971, el profesor de la Universidad de Chicago, Tetsuya Fujita, junto al también profesor de esa Universidad, Allan Pearson, confeccionaron una escala –llamada comúnmente “Escala Fujita” – que permite medir la fuerza de un tornado en función de la magnitud de los daños que es capaz de generar, ya que para tornados de cierta magnitud, no hay aparatos registradores del viento lo suficientemente resistentes, por lo que la intensidad ha de estimarse por métodos indirectos, a través de los  destrozos. Aunque la escala abarca teóricamente 13 categorías, inicialmente se consideró una escala ajustada a los datos observacionales, que consideraba seis grados de intensidad, desde un tornado F0 hasta uno F5.

Los tornados comienzan a ser devastadores a partir del grado F3, en cuyo caso pueden generar vientos de entre 280 y 370 km/h, capaces de hacer descarrilar un tren, destruir una casa de campo o darle la vuelta a un coche como si fuera una tortilla. En la parte más alta de la escala tendríamos los tornados F5, extremadamente destructivos, con velocidades de entre 420 y 550 km/h, capaces de levantar edificios del suelo, lanzar los coches al aire como proyectiles o levantar el asfalto de las carreteras. La posibilidad teórica de que un tornado pueda llegar a generar vientos superiores a esos 550 km/h, ha llevado al National Weather Service de EEUU a implantar la llamada “Escala mejorada de Fujita”, que considera un grado más: el EF6 (en la escala mejorada se emplea esta nomenclatura en vez de F6, F5, F4…), que, teóricamente, podría llegar a generar vientos de hasta 610 km/h, algo, sin duda, inconcebible. 

EEUU es, con diferencia, el lugar del mundo donde la incidencia de los tornados es mayor. Nada menos que el 75% de los tornados que se forman en el mundo tienen lugar allí (tres de cada cuatro). Afectan sobre todo a una región que recibe el nombre del “corredor de los tornados” (Tornado Alley) y que cubre casi toda la parte central y sur de aquel enorme país. Allí se dan, especialmente en el arranque de la primavera, los ingredientes necesarios para la formación de tornados. En ese corredor convergen dos masas de aire de marcados contrastes, cuya combinación resulta explosiva. Por un lado, el aire caliente y húmedo procedente del Golfo de México y, por otro, el aire muy frío procedente del Pacífico Norte, acelerado al descender desde las Rocosas a las Grandes Llanuras. En territorio estadounidense, por término medio, se registran al año del orden de 1.000 tornados, aunque por fortuna sólo una pequeñísima fracción de ellos son devastadores (F3 ó más).


© José Miguel Viñas

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