No, no se trata de un abrigo convencional, de los que nos ponemos en invierno para protegernos del frío, sino de una pequeña caseta de madera usada en los observatorios meteorológicos para albergar en su interior diferentes instrumentos, lo que, aparte de protegerlos, garantiza la calidad de las observaciones. Si queremos medir de forma fiable la temperatura del aire, los termómetros usados para tal fin deben instalarse a la sombra y en un lugar ventilado.
En contra de lo que mucha gente cree, la temperatura del aire al sol es la misma que la del aire a la sombra, el problema es que si colocamos un termómetro al sol o en un lugar sin ventilación, donde el aire se recaliente, sus medidas sobrestimarán en varios grados el valor real de la temperatura, justamente lo que les ocurre a los termómetros callejeros. En el caso de un termómetro al sol, al incidir éste directamente sobre el vidrio del tubo capilar donde está encerrado el mercurio, le transmite por conducción bastante más calor que si estuviera a la sombra, alterando el registro.
El abrigo meteorológico de la fotografía es una garita de tipo Stevenson, toda ella de madera pintada de blanco, cuya base debe estar situada a
El lado que vemos abierto se corresponde con la parte frontal del abrigo, donde se sitúa la puerta de la garita, y debe estar apuntando hacia el Norte (hacia el Sur en el hemisferio austral), evitando de esta forma que la luz del sol incida directamente sobre los instrumentos cuando el observador abra la puerta para anotar las medidas. Aparte de los termómetros de máxima y mínima, dentro del abrigo suele instalarse también un psicrómetro (doble termómetro –húmedo y seco– que permite el cálculo de la humedad relativa del aire), un evaporímetro y un termohigrógrafo.
© José Miguel Viñas
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