¿Quién no se ha dejado seducir alguna vez por una puesta de sol? En ocasiones como la que refleja esta fotografía, tomada a finales del verano de 2008 en el interior de Valencia por Igor Gómez, el cielo parece estar en llamas, iluminado por vivos colores rojizos, lo que popularmente recibe el nombre de candilazo. El refranero está plagado de referencias a estos cielos encendidos, considerados por la gente del campo como una señal de cambio de tiempo.
En ausencia de nubes, normalmente, la intensidad de los colores rojizos y anaranjados es mayor en las puestas de sol que en las salidas, debido a la mayor presencia de partículas suspendidas en el aire por la tarde, ya que durante el día la agitación turbulenta es mayor en las cercanías del suelo que por la noche, escapando a la atmósfera una mayor cantidad de materiales dispersantes de la luz.
Las erupciones volcánicas de tipo explosivo lanzan tal cantidad de partículas a la estratosfera que éstas se dispersan con rapidez alrededor del planeta, lo que provoca espectaculares puestas y salidas de sol, en algunos casos durante varios meses seguidos. Estos candilazos aparecen reflejados en los colores de los cielos retratados en multitud de obras pictóricas de todas las épocas, estableciéndose una interesante conexión entre la pintura y el clima.
Los cielos arrebolados como el de la fotografía no son debidos a la presencia en la atmósfera de partículas de origen volcánico, sino que son el resultado de la dispersión de la luz de la puesta de sol al interponerse en su camino una capa nubosa. El hecho de que esas nubes estén asociadas en muchas ocasiones a un frente, da validez, en muchos casos, a los refranes a los que antes hicimos referencia (“Candilazo al atardecer, agua al amanecer”).
En su último libro (Weather wise [“Cómo predecir el tiempo” Omega, 2008]), el meteorólogo británico Alan Watts comenta que “un cielo arrebolado por la mañana suele predecir el tiempo mejor que uno al anochecer. El cielo tiene que estar claro en el horizonte oriental y las nubes tienen que ser altas. Esto ocurre cuando un frente cálido u oclusión avanza hacia el este, por lo que la predicción es de mal tiempo. (…) Estudios realizados en Londres en la década de 1920 demostraron que un amanecer arrebolado iba seguido de lluvias en las 24 horas siguientes el 70 por ciento de las veces, y que un anochecer arrebolado iba seguido de tiempo seco con la misma frecuencia.”
© José Miguel Viñas
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